Amor. Una sola palabra,
una cosa pequeña, una palabra no mayor ni más larga que el filo de una navaja.
Eso es lo que es: una cuchilla. Corta tu vida por el centro, separándolo todo
en dos, haciendo que caiga a uno u otro lado. Antes y después.
Antes y después. Pero también durante: un instante no
mayor ni más largo que el filo de una navaja.
Amor. La más mortal de
las cosas mortales. Te mata tanto cuando la tienes como cuando no la tienes.
Pero no es así exactamente.
Eres el que condena y el condenado. El verdugo, la
cuchilla, el indulto de última hora, la respiración jadeante y el cielo
tormentoso y el «gracias, gracias, gracias, Dios».
Amor: te mata y te salva a la vez.
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